Los espacios modifican nuestra personalidad

los espacios modifican nuestra personalidad
La naturaleza favorece el bienestar físico y psíquico del ser humano

Fomenta la atención, reduce la agresividad y ayuda a la recuperación física, señalan estudios diversos

Una investigación realizada por científicos de la Universidad de Bath (Reino Unido), acerca de si los espacios modifican nuestra personalidad, sugiere que los entornos que habitamos o por los que nos desplazamos influyen en nuestras decisiones y en nuestra personalidad, porque nuestros procesos mentales están vinculados al movimiento y a la percepción. El estudio señala, por tanto, la importancia de planificar edificaciones también para construirnos a nosotros mismos.
Vivimos en casas, trabajamos en oficinas, paseamos por las calles, los parques, el campo… Cada día habitamos múltiples espacios sin darnos cuenta de hasta qué punto nos influyen, incluso a niveles muy profundos.
Por ejemplo, está demostrado que los espacios tienen un impacto en nuestro cerebro. El año pasado, un estudio reveló que la geometría del entorno que recorremos puede modificar nuestro “GPS cerebral”, haciéndonos percibir las distancias de manera distinta, según el contexto.
Otras investigaciones han constatado, además, que los entornos naturales favorecen el funcionamiento cerebral, mejorando nuestra atención y reduciendo la irritabilidad y la agresividad. Se ha constatado asimismo que estos entornos también aumentan la salud del cuerpo.
La revista Observer, de la Association for Psychological Science de Estados Unidos, ha publicado recientemente un artículo en el que se revisan los estudios realizados en los últimos años sobre la relación del ser humano con la naturaleza, y la importancia de ésta para nuestra salud. Estas investigaciones han demostrado que los entornos verdes favorecen el bienestar psicológico, con una mejora de la atención y una reducción de la irritabilidad y de la agresividad; y el bienestar físico, favoreciendo, por ejemplo, la pronta recuperación de pacientes que han padecido operaciones quirúrgicas. Nuestro bienestar depende de la naturaleza debido a la evolución de nuestros ancestros en este entorno, señalan los expertos. Por Yaiza Martínez.
La revista Observer, de la Association for Psychological Science describe que, en las últimas décadas, la conciencia de nuestra relación con el medioambiente se ha ido incrementando, así como las constataciones sobre los efectos del entorno natural en nuestra propia naturaleza.

El entorno afecta en nuestras relaciones sociales

Para el presente estudio, los científicos se plantearon si el ambiente que creamos podría, a su vez, crearnos a nosotros. Con esto en mente, investigaron cómo la forma de interactuar con el espacio define la manera en que nos identificamos a nosotros mismos y nuestras propias capacidades.
Descubrieron que «el entorno construido puede restringir o promover la cognición espacial, lo que a su vez puede influir en nuestro yo. Nuestras coordenadas espaciales y nuestros ‘yo’ se entrelazan», aseguran.
Esto a su vez puede trascender al campo social. En otras palabras, vivir en un tipo de espacio, en última instancia, puede afectar a la forma en que interactuamos con otras personas.
A la inversa ya sabíamos que sucede, pues a menudo relacionamos el grado de socialización con nociones espaciales. Por eso, solemos hablar de las personas que más queremos como de las “más cercanas” o “más allegadas”. Y a las personas que nos resultan antipáticas o frías las tachamos de “distantes”. Esto revela que los marcos de referencia espacial son la forma fundamental de entendimiento de las ubicaciones de objetos, personas y de uno mismo, explican los autores del estudio.

Implicaciones para la arquitectura y el urbanismo

El hecho de que la experiencia de los espacios pueda dar forma a diferencias individuales, que a su vez puedan afectar a la calidad de la cognición espacial y social de una persona, sugiere que crecer en ciertos entornos puede tener efectos perjudiciales o beneficiosos sobre nuestras capacidades cognitivas.
Si el lugar en el que estamos puede moldear lo que somos, y dada nuestra capacidad para dar forma a los entornos, “podemos jugar un papel activo en nuestro desarrollo».
Así que la investigación abre cuestiones tales como si la crianza de los niños en espacios cerrados o abiertos puede dar lugar a diferencias en su cognición espacial y social. De momento, se ha comprobado, por ejemplo, que introducir espacios verdes en las escuelas puede impulsar el desarrollo cerebral de los niños.
¿Qué pasaría si se modificaran otras estructuras? Los investigadores afirman que arquitectos y urbanistas empiezan a considerar el potencial de los marcos de referencia espaciales para la optimización de los diseños de las construcciones.

BIBLIOGRAFÍA: MICHEL J.PROULX, ORLIN TODOROV, AMANDA TAYLOR AIKEN, ALEANDRA SOUSA. “Where am I’ Who am I? The Relation Between Spatial Cognition, Social Cognition and Individua Differences in the Built Environment” FRONTIERS IN PSYCHOLOGY (2016)